martes, 26 de marzo de 2013

35 años de la Cultura de la Transición

La compra compulsiva de libros lleva a  que se tengan más libros pendientes de leer que tiempo para leerlos.

El verano es una magnífica ocasión para ir a la estantería donde están esos libros, echarles un vistazo y coger algunos que son los que más te llaman la atención a simple vista.

Este fue el caso de CT o la Cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española, del que tenía unas magníficas referencias a través de Internet.



La excusa para comentar este libro, de lectura imprescindible en estos tiempos que corren en el que los diferentes pactos que dieron lugar a la Transición democrática en nuestro país hacen aguas por todas partes, me viene por el escándalo que ha provocado un programa cultural de un canal de la televisión catalana y el modo en que fue tratado en el programa de televisión El Gran Debate, de Telecinco, tanto por el presentador como por los contertulios que conforman el programa.

El programa de la televisión catalana es Bestiari il-lustrat, algo así como el Bestiario ilustrado. Se trata de un programa cultural que da cuenta de la escena underground de la cultura catalana. 

En el programa que causó tanta indignación y crítica se entrevistaba el escritor Jair Domínguez mientras daba un paseo con la entrevistadora. Comentaban la actualidad política y la indignación que le provocaba al escritor. En un momento dado de la entrevista se paran, el escritor saca una pistola y apunta a unas dianas.

El vídeo, que me ha costado encontrar en Internet, es este.



El escándalo viene dado por los personajes a los que se dispara, sacrosantas imágenes de nuestra cultura y política.

Una monarquía, la nuestra, puesta a dedo por el dictador Francisco Franco y luego refrendada en un paquete único e indivisible como fue la Constitución de 1978.


La monarquía británica que, desde luego, ha conocido tiempos mucho mejores y de mayor esplendor regio.


El opinador (?) Salvador Sostres, látigo de lo que podria denominarse extrema derecha catalana, que sólo pretende provocar y que sólo lo consigue, mal que le pese, a las cabezas biempensantes, columna tras columna en el diario El Mundo.


Finalmente, Félix Mollet, el que fue director del Palau de la Música, institución sagrada de la alta burguesía catalana, cuyo cargo aprovechó presuntamente para enriquecerse personalmente y derivar fondos para financiar a Convergencia i Unió.


Las consecuencias de esta entrevista fueron la dimisión inmediata de la directora del programa, con las excusas oportunas, y la opinión monolítica de los contertulios de El Gran Debate de que era una irresponsabilidad la emisión de la entrevista y la falta de respeto al tratar de esa forma a esas personas. Ni una sola voz se alzó en ese programa para defender  de alguna manera la entrevista, tal que se trataba de algo simbólico, que no hacía daño absolutamente a nadie, que era algo pueril o siquiera, que era de mal gusto.


Res de res. Nada de nada, ni tan siquiera por parte de alguno de los contertulios que van de progresistas.


Desde luego en el plano cultural, y es mi punto de vista personal e intransferible, todo está permitido. La cultura es ese ámbito donde la libertad campea a sus anchas, pace donde le place, y allá cada cual con los efectos que le provoca.


El caso es que este programa ilustra perfectamente el estado de la cultura en nuestro país y de sus hacedores mainstream.


Retorno el libro del que comenzaba a hablar, ya que el programa de la televisión catalana sólo era una excusa para hablar de él.


El libro es una obra colectiva. Comienza por una definición de la Cultura de la Transición, -CT-, como tapón cultural que determina el qué debe ser reconocido como cultura. Cuestión esta que no deja de ser una limitación a la libertad, debido a que en la Transición se intercambio Justicia por Libertad, -muy pacata, eso sí y restringida-, y estabilidad por democratización, como efecto de lo primero. El efecto es que la cultura está muy notablemente desactivada: no hay una lectura crítica de prácticamente ningún hecho social, y cuando surge es rápida y ampliamente criticada y menospreciada.

Continua el libro con diversas dimensiones de la Cultura de la Transición: los movimientos sociales emergentes; la Política como alcance y gestión del centro (?), criticándose cualquier iniciativa política radical, -este adjetivo lo pone la cultura oficial-; la política económica imbuida por la ideología neoliberal, de la que se han imbuido los dos grandes partidos, PPSOE, que ha conducido a que sólo se pueda aplicar una sola política económica, la neoliberal, y tachando de utópica, irrealizable, cualquier planteamiento alternativo a esa la política económica neoliberal; la crítica literaria, en la que se reparten los roles entre los diferentes escritores y literaturas, legitimándose y amplificándose esas elecciones y posiciones por las revistas y suplementos culturales de los principales diarios; el papel de la Sociedad General de Autores de España (SGAE) en la perpetuación y gestión de un modelo de cobro por los derechos de propiedad intelectual absolutamente anacrónico en la era de Internet; la entronización de diferentes Movidas como ejemplo de la creación musical libre que se ha hecho en este país, -en este caso no me resisto a comentar que un veterano crítico musical británico vino a Madrid a dar cuenta de la escena musical, que no le llamó nada la atención por cierto, pero sí alucinó con Los Chichos y Los Chunguitos-; el cine oculto por las productoras y las grandes distribuidoras, y ya se sabe que el cine que no se ve no existe; el reto que supone Internet para la Cultura de la Transición por la multiplicación de mensajes, visiones y de emisores que se retroalimentan y que ya no precisan de un soporte ni oficial ni oficioso, entre otras cuestiones.

En fin, antes de terminar este post debo comentar que la presentadora y el escritor Jair Domínguez han sido citados a declarar como imputados por delito contra la Corona a comienzos de este año.

Tela.

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