Por lo que sabemos la lucha de clases es el motor de la historia. Lo que no sabíamos es que la lucha de clases se está produciendo a la inversa: son las clases sociales superiores o dominantes las que se han coaligado frente a la clase obrera para defender sus intereses.
Lo que los anglosajones denominan "establishment", poderes económicos, políticos y mediáticos son los que marcan la agenda política en nuestras sociedades.
Los medios de los que disponen les permiten el acceso a todo tipo de recursos, -económicos, políticos, mediáticos-, lo que convierte su poder en irresistible.
Son menos, pero han comprobado que organizados, agregando intereses de clase y promoviendo sus intereses y cultura de clase tienen todo a sus píes, frente a la clase trabajadora segmentada, aturdida, alienada, explotada, precarizada que sólo atisba soluciones individuales a sus problemas que son sociales, propios de su clase social.
Neoliberales con sus programas económicos de ajuste positivo, ideólogos de un Estado mínimo que no se interponga, ni se inmiscuya en la marcha de sus negocios cada vez más transnacionales; neoconservadores, auténtica imagen de la reacción, deseosos de volver a un pasado romántico de individualismo, hogar, familia, ley y orden; clero que no sólo defiende sus intereses materiales vía Concordato, si no que pretende que su moral sea universal y única; clases urbanas profesionales y liberales que han sucumbido al "canto de la sirena" de los discursos de los grupos anteriores y que ven en ellos a los defensores de sus intereses, en contra de una inmensa mayoría.
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