martes, 13 de enero de 2009

Emmanuel Todd

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Historiador francés.

Analiza en su último libro cómo las clases medias se están empobreciendo y defiende la necesidad de implantar un sistema proteccionista europeo que invierta la tendencia.

Hay libros que no tienen desperdicio, y los del historiador y demógrafo Emmanuel Todd son de esos. En "Después de la democracia" (Gallimard), el polémico investigador analiza qué significa el momento Sarkozy en la realidad histórica de Francia, cómo las clases medias e incluso medias-altas se están empobreciendo, y propone una alternativa a Europa. Ustedes eligen: proteccionismo progresista para preservar la democracia en una economía de mercado o la deriva autoritaria de un “Estado providencia para la banca” que no se privará de crear divisiones étnicas para poder gobernar.

Todd ha estado en el corazón de los debates intelectuales más agitados de Francia del último cuarto de siglo. Prever la caída de la URSS a principios de los ochenta, describir la “fractura social” y “los excluidos” a mediados de los noventa, y proponer un proteccionismo progresista antes de la actual crisis son otros tantos galones de este ensayista siempre alejado del poder. Su obra en castellano está publicada por Foca, Taurus y Tusquets.

¿La gestión de la crisis financiera por parte del presidente francés, Nicolas Sarkozy, verifica su afirmación de que es un “incompetente tanto en economía como en diplomacia”?

En diplomacia, es perfectamente incompetente, sí. Me llevé una sorpresa al enterarme de que hasta el presidente ruso, Dimitri Medvedev, hace imitaciones de Sarkozy en público para bromear. Se ha convertido en un objeto de broma entre los jefes de Estado de todo el mundo. En el terreno económico, seamos justos. Se llena la boca con discursos escritos por su consejero Henri Guaino sobre el capitalismo acabado, pero no es más incompetente que Brown, Merkel o Bush.

¿Ellos también son incompetentes?

De alguna manera, sí. Juntos no quieren ver que el librecambismo mundial ha devuelto al
capitalismo a su contradicción fundamental y original, que es el aumento de la riqueza y de su concentración, haciendo que bajen los salarios. Tampoco quieren ver que el mundo en el que vivíamos hasta ahora, basado en los 800.000 millones de dólares de déficit comercial norteamericano, que actuaba como demanda keynesiana planetaria, se ha acabado con el hundimiento de EEUU como consumidor final del planeta. Tampoco quieren ver que el despegue de un país como China, con 1.300 millones de habitantes, que exporta el 40% de su PIB, es una novedad radical, una anormalidad histórica sin precedentes.

¿No hacen nada frente a esa situación? ¿Y el G-20?

De momento, las economías nacionales de nuestros países siguen paralizándose una tras otras y los dirigentes lo aceptan con algún parche sectorial. El G-20 es precisamente el mejor ejemplo de esa sordera. Los dirigentes se reúnen para reconfortarse unos a otros.

El proteccionismo es una alternativa válida para usted, pero para muchos equivale a declarar abiertas tres o cuatro nuevas guerras mundiales.

Sí. Con motivo del G-20, se han vuelto a sacar viejos lemas que regresan al trauma de la crisis 1929, pero entonces había ideologías alternativas. La que de alguna manera era la buena, la socialdemócrata y socialista y la que era maléfica, el fascismo y el nazismo. Ahora la novedad es que ¡no hay alternativa! ¡Hasta China y India se someten ideológicamente en el plano internacional!
Los últimos sondeos de opinión demuestran que esta crisis le ha sentado bien a Sarkozy.

Sí. Su activismo en la fase 1 de la crisis le ha valido una recuperación en los sondeos. Lo interesante ahora es que el nuevo perfil de Sarkozy va a ser un test de las relaciones franco-alemanas. ¿Le permitirán hacer lo que él quiere con las instituciones europeas? Ya se verá. De momento, Sarkozy lo que ha hecho es seguir a pies juntillas a Estados Unidos y Reino Unido:
salvar bancos. Inventar un Estado providencia para la banca, convertir al Estado en siervo del sistema financiero.
Lo importante es lo que viene ahora: hemos entrado en la fase 2 de la crisis. Eso significa paro, frenazo económico y salarios comprimidos a la baja. La ilusión óptica que creaba el telele Sarkozy se va a acabar rápido.
Usted sostiene que la base sociológica del ‘sarkozysmo’ es mucho menos sólida de lo que parece a primera vista.

¿Cómo pudo ser elegido en Francia, el país del sustrato antropológico familiar igualitario, un hombre que está tan ostensiblemente enamorado de los ricos y del dinero? Esa es la paradoja. Francia, a diferencia de Alemania o Gran Bretaña, está dominada por el modelo familiar de la región parisina, liberal en el modo de vida pero igualitarista en el reparto de la riqueza. Ha habido un momento de vacío, de duda, debido al ascenso de una estratificación entre capas sociales, al frenazo educativo... Ese es el momento Sarkozy. Pero creo que ha pasado ya. El igualitarismo está resurgiendo y va a engullir al sarkozysmo porque el fenómeno histórico fundamental que estamos viviendo es el empobrecimiento de las clases medias. Sarkozy ha sido el momento de borrachera del capitalismo, en el que era posible llevar adelante una política que sólo beneficiaba al 1% de la población ultrarrica.

¿Hay una rebelión de las clases medias?

Claro. La capa inmensa del 33% de la población francesa que tiene el Bachillerato se está dando cuenta de que está deslizándose hacia las clases de rentas muy bajas. Cuando esto ocurre, nace el
antagonismo fundamental de esa gente instruida contra los ultrarricos.

¿Y Grecia? Lo que está ocurriendo se parece bastante a lo que usted argumenta.

Posiblemente, sí. Actualmente, una masa enorme de población con nivel educativo y cultural alto se ve relegada social y económicamente. Es casi una persecución económica: la riqueza creada socialmente ya sólo beneficia al 1% de la población. Son esos perseguidos los que pueden volver a poner en movimiento la sociedad.

¿Habrá reacciones similares en todos los países europeos?

Hay que poner mucha atención a lo que va a ocurrir en Europa. Probablemente no, no habrá una única reacción con una única lectura. Con la crisis de 1929, Francia y España crearon Frentes Populares muy útiles. Estados Unidos hizo el New Deal. Alemania hizo el nazismo. Lo siento, pero los temperamentos ideológicos por naciones existen y dan como resultado trayectorias históricas diferentes.

¿Puede describir con ejemplos el empobrecimiento de las clases medias?

Sí. Tome una profesión que usted sin duda conoce bien. Periodista. Mire los salarios misérrimos que se están pagando hoy a periodistas bien diplomados por ejemplo en el sector de Internet.

‘Después de la democracia’, ¿qué viene?

¿Un modelo neoautoritario? Es una hipótesis, pero es poco probable. Exigiría que el sarkozysmo acentúe su tendencia a dividir étnicamente las relaciones sociales, provocando a los barrios
populares, estigmatizando a los inmigrantes, señalando al islam como problema. Podría ocurrir que la derecha se obstine en esa salida, pero saldría perdiendo, porque eso significa que no
comprende el significado de la sociología electoral que le dio la victoria. Esa política le estallaría en la cara, porque Francia no es una sociedad a la que le guste designar chivos expiatorios. No caerá en el latiguillo: “Es culpa de los árabes”. La desaparición del voto otorgado al Frente Nacional así lo demuestra.

Entonces, ¿qué viene?

Déjeme abundar en la hipótesis neoautoritaria. Un poder se obstina en el ultraliberalismo. Pero entonces será cada vez más difícil hacer creer que hay auténticas elecciones por sufragio universal. De hecho, las elecciones presidenciales de 2007 ya fueron así: Nicolas Sarkozy contra
Ségolène Royal. Un único programa, con variantes en dos caras. ¿Y qué más nos espera? ¿Carla Bruni candidata contra Sarkozy? No. Dejemos de reír. Si se va a persistir en el ultraliberalismo
que cada vez más beneficia sólo al 1% de la población, habrá que suprimir el sufragio universal.

¿Va en serio?

Sí. Soy serio. Es verdad que en algunas emisiones de radio tuve que insistir: no es broma. Tanto es así que esa supresión ya ha empezado de facto. Nadie vota democráticamente las directivas europeas. La inmensa mayoría de los ejecutivos de Bruselas son cooptados, no elegidos. Cuando un referéndum europeo se salda con un no, los dirigentes no lo tienen en cuenta y siguen. La supresión del sufragio universal ya ha empezado y el Estado providencia para la banca lo ecesita,
necesita una democracia vacua. La crisis ha acelerado esa tendencia, no pensaba que todo fuera a ir tan rápido.

La otra hipótesis es la salida positiva.

Ahí voy. Yo no soy alterglobalista. Me conformo con un capitalismo civilizado en una economía de mercado y guiado por el keynesianismo. Aunque no soy lo que se suele entender por un gran europeísta, acepto que actualmente Europa es una realidad económica, mientras que la economía
francesa ya no es una realidad. Eso quiere decir que para proteger los salarios y garantizar el relanzamiento económico por la demanda –que sería lo justo–, hay que proteger la economía europea con un arancel externo común.

Los europeos, de momento, no son partidarios.

De momento. Los europeos de clases medias siguen pensando que la modernidad económica la representa EEUU y algunos empiezan a pensar que también China. Creen que son el centro del mundo. Pero cuando usted mira el peso de Europa en términos de conocimiento –el número de ingenieros altamente cualificados–, de competencia industrial y de modos de vida, se da cuenta de que el centro es Europa. Con la pérdida de poder adquisitivo de las clases medias altas, también ellas optarán por el proteccionismo.

¿Qué hace falta para que sus predicciones se cumplan?

Para empezar, los tecnócratas franceses deben aceptar que el corazón de esa potencia Europa es Alemania. Francia exporta algún tren de alta velocidad, pero exporta sobre todo creaciones del espíritu y –es apenas una broma– unas excelentes relaciones hombre-mujer. También en Alemania las clases medias empiezan a perder estatus y su librecambismo ideológico se va a fisurar. Al fin y al cabo, los alemanes inventaron las mejores doctrinas proteccionistas. Falta un último elemento: Francia debe decir que o bien se pone en marcha un proteccionismo europeo o, en caso contrario, reventará el euro, que le es desfavorable porque le impide efectuar devaluaciones competitivas.
Dice que el proteccionismo progresista europeo será el asunto de toda una generación. ¿Está pensando en la figura emergente del socialismo francés, Benoît Hamon?

En parte, sí. La emergencia de Hamon muestra el nacimiento de ese proyecto político que antes era estigmatizado sistemáticamente. ¿Sabe? La hipótesis proteccionista de mi libro ha sido recibida favorablemente por dos revistas ultrapost-modernas para los llamados bobós (burgueses bohemios), como "Teknikart" y "Les Inrockuptibles". Asistimos a la implosión de la ideología ultraindividualista y hedonista. Gente de nivel cultural elevadísimo –tenemos el nivel de educación más elevado de la historia– comprende cómo y por qué se está empobreciendo.
Esa gente no tragará.

¿No se siente usted un poco marciano? Previó la caída de la URSS, dio a Jacques Chirac el argumento de la “fractura social” que lo llevó al poder y luego acuñó la idea de nuevoproteccionismo que sirvió a Sarkozy en campaña. Pero usted nunca ha conseguido sillón.

No. No soy como el consejero especial de Sarkozy, Henri Guaino, que recoge argumentos por todas partes –incluidos los míos– y luego llena la boca de Sarkozy con palabras. Los hombres políticos son profesionales y saben enseguida si te pueden utilizar o no. Cuando ven que no, se
desinteresan por ti.

Si es así, ¿para qué escribir tanto? ¿No le interesa el poder?

Cada vez menos. Yo soy más bien gramsciano en ese sentido, quiero influir en la cultura. Lo que está en el poder es una serie de ideas que tienen una cara. Ahora, la que está en el poder es la del ultraliberalismo. Habrá que cambiar las ideas para que cambie la cara.

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